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De entre el estiércol

(Escrito en el 2016)

Desde hace algunas semanas que soy padre. Soy del tipo de padre que poco se ve ahora, ese que se hace cargo de sus hijos. Y esto me compromete a querer hacer lo mejor posible por ella. 

Cuando hable de “lo mejor posible” me refiero a poder hacer que el mundo sea mejor para todos los que en él vivimos. Ya que si logro hacer que el mundo sea mejor, claramente habré dejado un legado del que tanto Antonia(mi hija) como todos aquellos que sigan nuestra generación puedan aprovechar. 

A veces me pregunto, si al pensar en la siguiente generación, y la cantidad enorme de problemas que tenemos, no hace casi inviable o desanimador querer contribuir a empujar hacia la dirección que nos parece correcta. Como bien dice una ley de la física, toda acción tiene un reacción. Todo cambio afectará a algunos y beneficiará a otros. Para entregar la democracia a una nación, es necesario que aquellos que tienen el poder lo pierdan, lo cual ellos mismos(los que tienen el poder) no consideran bueno, ya que aprovechan y disfrutan de los beneficios de su estilo de vida. ¿Es el bien mayor el que es común a todos? ¿Es más importante que todos tengan mejores oportunidades y acceso a herramientas que le ayuden a desarrollar su potencial?, o simplemente debemos dejar que aquellos con capacidades mayores para tomar por cualquier medio los controles de mando impongan sobre nosotros sus puntos de vista. Y es que esto aplica en todos los contextos.

El mundo se ha hecho pequeño, las noticias se han instantaneizado y la información se ha convertido en un commoditty. Consumimos información como vacas en engorde, y al estar sobresaturados de la misma, debemos silenciar voces para conservar nuestra razón y lucidez. Esto dá como resultado que pagamos el precio de vivir en medio de penumbras, donde un día los combustibles fósiles son el alma de las industrias y al siguiente son la mayor amenaza para la conservación de la raza humana. 

Y ahora como padre, me preocupa la alimentación y sobre toda la forma en que sin ningún sano juicio producimos, compramos, comemos y desperdiciamos los alimentos. Por ejemplo: El maíz, uno de los cultivos más grandes del mundo, es usado en su mayoría para tres fines. Alimentación de animales, combustible, y alimentos procesados. Y hablamos de que el mundo se va a morir de hambre en 2050, cuando nuestro alimento es dado a vacas, pollos y cerdos primero que a los seres humanos. Adicionalmente, las condiciones en que son criados los animales para luego ser sacrificados, viviendo hacinados entre su propio excremento y al mismo tiempo teniendo dietas mejores que los niños wayu en la guajira colombiana. 

Dicen que este es un mejor mundo, con menos enfermedades, con avances científicos y tecnológicos impresionantes, pero al mismo tiempo seguimos siendo crueles, egoístas, narcisistas, petulantes, y sobre todo mentirosos. No con los demás, sino con nosotros mismos. Nos mentimos al decirnos qué podemos hacer del mundo un lugar mejor, mientras sin descanso repetimos las mismas acciones del pasado.

Yo quiero un cambio, un legado. No será fácil, pues habrá qué sacar a los animales de su estiércol y a los humanos de su egoísta decadencia.

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